12/02/2007

Yo voto, tú votas, él vota...




Ya voté. Ya cumplí con mi sagrado deber de opinar acerca de la Reforma Constitucional. Había poca gente en la cola. A diferencia de otras elecciones, vi a la gente desanimada, como fastidiada. Sinceramente me parece que la actitud de hoy contrasta con la emoción de días pasados en el sentido de que se aleja bastante del ánimo de la marcha del jueves (¡La llenamos!).
Por primera vez en muchísimo tiempo siento un genuino optimismo. Casi todas las encuestas dan como ganador al NO suponiendo que todo el mundo vaya a votar, cosa que por lo visto no va a ocurrir. Siento como si el destino de mi vida y de la vida de mi país dejó de estar en mis manos y ahora está en manos del azar. O peor aún en manos de algunos pocos que deciden cuál va a ser el resultado. Así como aquel juego de cartas de cartas que sale en la película de Alain Resnais El año pasado en Marienbad y que uno de los personajes siempre gana pase lo que pase. Estamos en El año pasado en Marienbad y Chávez es ese personaje.
Lo importante es no perder los ánimos. Esta pesadilla no va a durar toda la vida. En algún momento terminará ya sea hoy o en algunos años. Hay que seguir soñando un país mejor, con un modelo económico sustentable y solidario, donde todos quepamos de verdad, donde mis ideas no sean solo “respetadas”, sino además tomadas en cuenta. Donde no sienta cada vez que voy a un órgano que estoy de más y que no debería estar ahí. En fin, que voté y me siento bien por haberlo hecho. Solo el tiempo dirá para qué voté.

No hay comentarios: