10/31/2007

La Parada de las Estrellas



En una ocasión, hace aproximadamente tres años, tuve la oportunidad de ir al Palacio de Miraflores para buscar unos libros de Ediciones de la Presidencia de la República. Recuerdo que el símil que se me ocurrió para explicar lo que vi fue Lourdes. Haciendo la cola para que el guardia de Honor que daba información estaba compuesta por embarazadas, tullidos, ciegos, sordos, gente de la tercera edad, gente muy pobre y todos ellos (y debo decir que yo no era la excepción) estábamos haciendo cola para pedir algún regalo.

Pues ahora Miraflores pasó de ser Lourdes a convertirse en la oficina de Lew Wesserman, aquel legendario representante de las estrellas que tenía entre su clientela gente de la talla de Alfred Hitchcock. Por allí han pasado Sean Penn, Kevin Spacey y ahora Naomi Campbell. Ha bastado y sobrado que Chávez hable mal de George W, Bus para que la Parada de las Estrellas (parafraseo el nombre de una insólita película de Todd Browning, mismo director de la “Drácula” protagonizada por Bela Lugosi) haya comenzado.

Aquí vienen a rendirle pleitesía al hombre que ha tenido la valentía de pararse frente al mundo a decir que Bush era el diablo. Hace poco tuve la oportunidad de ir a Estados Unidos y me quedé de una pieza al ver cómo me felicitaban por tener un presidente que estaba loco pero que tenía una clara percepción de quién era Bush. Y yo me preguntaba: ¿eso quiere decir que si Franco hubiese hablado mal de Hitler eso lo hubiese convertido en un inteligente analista político?
Y que conste que no estoy defendiendo a Bush. Me parece un tipo impresentable, pero desde luego no creo que decir que es el diablo me convierta de la noche a la mañana en un científico político. Creo que hace falta un poco más de eso.
En fin, que a pesar de todo esto me encanta esta Parada de las Estrellas porque dentro de todo le da algo de glamour a Miraflores. Si se vale pedir, me gustaría que vinieran Anthony Hopkins, Quentin Tarantino, Martin Scorsese y ya que estamos en esto de pedir pues John Waters. Solo de imaginarme a Chávez con Waters ya se me alegra el día.

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